En alguna ocasión, hemos podido presenciar a una persona sufriendo una crisis epiléptica que nos deja, cuanto menos, preocupados y expectantes ante tal situación, quizá por el desconocimiento que tenemos de este trastorno que afecta al sistema nervioso de nuestro cerebro. Sin embargo, aunque podamos pensar que el afectado puede llegar a morir, la gran mayoría de las crisis epilépticas no son graves y terminan pasados unos minutos.
En reconocimiento de esta enfermedad crónica, se celebra el Día Internacional de la Epilepsia, donde la más conocida por la sociedad es la crisis convulsiva, pero que existen otros síntomas que pasan desapercibidos por no asociarlos con estas manifestaciones. Actualmente existen en el mundo 50 millones de personas afectadas de epilepsia y 2,5 millones de personas diagnosticadas anualmente.
Una crisis epiléptica se produce por una actividad eléctrica anormal en las conexiones del cerebro y que da lugar a convulsiones, espasmos musculares, confusión o pérdida del conocimiento que, por lo general, no ocasiona daños en el cerebro ni la pérdida de sus funciones. Cuando estamos ante una persona que está sufriendo una crisis epiléptica, podemos actuar de diferente manera siempre y cuando tengamos unas nociones básicas para poder ayudar. ¿Qué podemos hacer en estos casos?
Crisis epiléptica: cómo podemos ayudar
Lo primero de todo es mantener la calma y no mover a la persona mientras se están produciendo las convulsiones. Debemos esperar y, cuando sea posible, tumbarle suavemente sobre un costado para que pueda respirar bien y no se atragante en caso de expulsar líquido por la boca. Nunca debemos sujetarle o bloquear los movimientos mientras está en shock, solo en caso de que pueda caerse bruscamente. Debemos apartar objetos con los que se pueda golpear y aflojar la ropa que lleva puesta.
No es producente despertar a la persona usando una voz alta, sino que es mejor hablarle despacio y con calma hasta que recupere su estado normal. Colocaremos algo blando debajo de la cabeza y permitiremos su descanso. En caso de producirse un episodio epiléptico en la calle, ayudaremos a respirar sin levantar a la persona, acompañando durante crisis y llamaremos a los servicios de emergencias para que acudan al lugar.
Lo que no debemos hacer es forzar la apertura de la boca ni introducir nada en ella. En una crisis, la mandíbula se queda más rígida y se contrae y ya no la abrirá hasta que pase el episodio epiléptico.
La epilepsia sucede cuando se producen cambios en el tejido cerebral demasiado exaltados o irritables. A veces puede ocurrir que se produzcan convulsiones generales o en las que sólo afecte a una parte del cuerpo. Que una persona sufra un episodio convulso, no significa que padezca epilepsia.
¿Por qué se produce una crisis epiléptica?
Las personas que padecen epilepsia, suelen tener el primer ataque entre los 2 y los 14 años de edad, aunque puede ocurrir en cualquier momento de la vida. Es un trastorno que puede tener varias posibles causas que contribuyen a la aparición de una crisis, como veremos a continuación. En algunas personas se pueden observar como la cantidad de neurotransmisores es más alta de lo normal, lo que hace incrementar la actividad del cerebro.
Por otra parte, aquellas personas con una baja cantidad de inhibidores de estos neurotransmisores, también aumenta la actividad de las neuronas, provocando que, en ambos casos, aparezca la epilepsia. Las causas que hacen que una persona sufra epilepsia no están muy claras, pero si podemos ver una serie de factores comunes a ellas:
- Lesiones cerebrales como consecuencia de algún traumatismo grave.
- Accidente cerebrovascular.
- Padecer algún tipo de enfermedad cognitiva como Alzheimer o Demencia u otro tipo de enfermedades que dañen el tejido cerebral.
- Tumores cerebrales.
- Antecedentes familiares (padres o hermanos).
- Infecciones.
- Problemas cerebrales o anomalías al nacer.
Síntomas
Los síntomas de la epilepsia son diferentes y variables, desde las convulsiones, que es la manifestación más conocida de la enfermedad, hasta la pérdida de memoria. Pero existen otra serie de signos motores, visuales o sensitivos que llegan a producirla.
Cuando una persona entra en estado epiléptico, es uno de los signos más graves, ya que la persona convulsiona y se le acompaña de contracciones musculares, no respira adecuadamente y tiene descargas eléctricas en el cerebro. El corazón y el cerebro pueden ser los más perjudicados y producirse lesiones que pueden ocasionar la muerte.
Según datos, un gran porcentaje de personas adultas que padecen la enfermedad, tienen otro problema de salud físico o psíquico, además, según un estudio publicado por investigadores del Hospital del Mar en Barcelona, apuntan a que el 50% de las personas epilépticas, sufren también depresión o ansiedad.
Tipos de crisis epilépticas
Podemos diferenciar dos tipos principales de crisis epilépticas: las crisis generalizadas y las crisis focales o parciales. Que se produzca una u otra dependerá del grupo de neuronas que se activen en el cerebro, es decir, si se produce una crisis generalizada, se activarán todas las neuronas cerebrales mientras que si es focalizada son las neuronas de una parte del cerebro las que producen descargas. En general, estas últimas son más frecuentes.
Crisis epilépticas generalizadas
– Crisis convulsiva: se produce la pérdida brusca del conocimiento, presentando rigidez y espasmos en el cuerpo. Es la que popularmente más conocemos.
– Crisis de ausencia: este tipo de crisis es más frecuente en niños. La persona afectada pierde el conocimiento mientras mantiene la mirada fija y permanece inmóvil.
– Crisis mioclónica: se caracterizan por provocar una sacudida brusca y muy rápida de las extremidades, que dura algunos segundos. Generalmente, suele afectar a las extremidades superiores.
– Crisis atónica: los músculos del cuerpo pierden fuerza, quedan débiles y la persona cae al suelo, lo que suele provocar caídas bruscas.
Crisis epilépticas focales
– Crisis parcial simple: alteraciones de movimientos, memoria, vista u oído, pero no se llega a perder en conocimiento.
– Crisis parcial compleja: la persona llega a perder el conocimiento y pueden venir acompañada de movimientos repetitivos compulsivos.
– Secundaria generalizada: comienza como una crisis parcial y se extiende al resto del cerebro, lo que desemboca en una crisis generalizada.
La epilepsia, por tanto, debe tener una exploración física completa y pruebas pertinentes para tener un diagnóstico fiable de la enfermedad. Las crisis epilépticas tienen una primera vez, donde es necesario saber si se trata de epilepsia o el algo circunstancial, ya que una convulsión puede aparecer por otros problemas como el nivel de azúcar bajo en sangre, fiebre alta o la abstinencia de alcohol y drogas.
El tratamiento más común para la epilepsia consiste en fármacos anti convulsionantes que se suministra al paciente para los momentos en los que padezca una crisis epiléptica. Sin embargo, cuando las convulsiones no son generalizadas y provienen de una parte del cerebro, se puede corregir con cirugía, extirpando esa área para poder evitar convulsiones futuras o hacer que sean más fáciles de controlar.
Un diagnóstico exacto del tipo de epilepsia es fundamental para el tratamiento más efectivo en cada caso. Los tratamientos en la actualidad pueden controlar los ataques, pero es necesario la aparición de otros nuevos para la mejora de estos pacientes.
Por otro lado, existen otros tratamientos en los que se coloca un dispositivo eléctrico bajo la piel en la parte superior del pecho para enviar señales a un nervio grande en el cuello o la dieta cetógena rica en grasas y baja en carbohidratos.