Los tipos de dependencia son un factor importante a conocer para saber cómo afrontar una situación de esta índole, en una sociedad como la nuestra, crecientemente envejecida, y donde la sensibilización por la atención a los mayores ha ido experimentando un considerable aumento en las últimas décadas.
La Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, popularmente conocida, en forma más sencilla y abreviada, como “Ley de Dependencia”, define este concepto como: “el estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la discapacidad, y ligadas a la falta o a la pérdida de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, precisan de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de las personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, de otros apoyos para su autonomía personal”.
Esta Ley establece distintos tipos según el grado de dependencia reconocido a cada persona por la comisión correspondiente del Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD), que es importante conocer para saber qué tipo de ayudas podemos solicitar en cada caso.
De este modo, tenemos 4 tipos de dependencia en personas mayores atendiendo al tipo de necesidad como puede ser física, psíquica, sensorial y mixta. A su vez, podemos diferenciar varios grados de dependencia según la autonomía de la persona afectad como moderada, severa y gran dependencia, que, a su vez, también se dividen en varios niveles (I y II). Veamos entonces cada grupo.
Tipologías de dependencia
- Dependencia física. Una persona es incapaz de valerse por sí misma en términos corporales, y además pierde el control de las funciones fisiológicas del cuerpo. Asimismo, pierde la capacidad de interacción con los elementos físicos del entorno.
- Dependencia psíquica. Se caracteriza esencialmente por la pérdida de la capacidad para resolver los problemas y tareas del día a día. Un caso muy señalado de dependencia psíquica es el producido por las demencias, sean vasculares, alzhéimer, etc.
- Dependencia sensorial. Se debe a alteraciones en sentidos como el oído o la vista. Ello comporta que la persona se ve limitada, a veces muy severamente, o impedida, para realizar tareas varias de la vida cotidiana, tales como leer, desplazarse de un lugar a otro, conducir, trabajar, llevar a cabo labores domésticas de cada día, etc.
- Dependencia mixta. Suele darse a partir de una patología que acarrea problemas de variada índole: por ejemplo, físicos y sensoriales.
Grados de dependencia
Los grados de dependencia se clasifican por niveles dependiendo de la autonomía que tenga la persona afectada y los cuidados que necesite. Así podemos distinguir tres grados de dependencia:
- Grado l: El primer grado de dependencia sería moderado, cuando la persona tiene cierta autonomía personal y necesita de la ayuda de otra persona para desempeñar algunas actividades y tareas diarias.
- Grado ll: dependencia severa en la cual, la persona necesita de ayuda diaria (2 – 3 veces al día) para realizar aquellas tareas rutinarias, pero que no es necesario un cuidador de forma continua para sus cuidados. La persona que la padece, tiene más dificultades para desenvolverse por sí misma.
- Grado lll: gran dependencia.La persona depende completamente de un cuidador las 24 horas del día ya que ha perdido por completo su autonomía física o mental y requiere del apoyo diario para, prácticamente, todas las tareas y actividades básicas. Este es máximo grado de dependencia, y quien lo padece necesita de las atenciones de cuidadores especializados y experimentados en el cuidado de personas que presenten necesidades extremas.
A la hora de valorar a las personas dependientes y de asignarles servicios vinculados a esta legislación como también a su gestión tanto por la Administración General del Estado, como, sobre todo, por las Comunidades Autónomas, se toman en cuenta diversos criterios: así, por ejemplo, aparte de los tipos de dependencia y de sus grados de intensidad, se valoran también los siguientes aspectos:
- Edad del paciente. En relación con ello, se le asignará un tipo de servicio u otro. Así, un Centro de Día de Mayores, Centros de Día para Personas con Discapacidad Psíquica gravemente afectadas, etc.
- Situación socioeconómica. En función de tal situación, se pagará por la Administración Pública correspondiente una proporción mayor del servicio que se haya de brindar, en correspondencia con el más o menos bajo nivel de renta y con la vulnerabilidad social de la persona afectada.
- Situación sociofamiliar. Ello es importante para establecer, si es posible, responsabilidades y ayudas para cuidadores no profesionales del entorno de la persona dependiente, si alguna de ellas puede hacerse cargo de esta persona, y si es preciso respaldarla económicamente para que cumpla con tal responsabilidad.
- Situación de la vivienda de la persona dependiente, grado de autonomía personal y social que esta posee, condiciones del entorno donde vive, si está más o menos integrada socialmente, etc. La condición social de la persona dependiente es otro factor clave para valorar qué ayudas han de ser destinadas a ella, y bajo qué pautas.
Los tipos de dependencia son un dato importante que conocer tanto por la persona dependiente y sus familiares como por las Administraciones Públicas, a la hora de establecer qué ayudas concretas se han de proporcionar a quienes padecen de pérdida de autonomía personal.