Cuando una persona mayor sufre un ictus, puede tener consecuencias más o menos graves y, dependido de ello, así será la incapacidad que pudiese quedar como secuela. En estos casos, la ayuda de un familiar o un cuidador será imprescindible para hacer frente a su día a día.
El ictus es una enfermedad neurológica que se produce tras una hemorragia (cuando se rompe un vaso sanguíneo dentro del cerebro), o una embolia (mediante un bloqueo del flujo sanguíneo) provocando lesiones en el afectado como pueden ser la pérdida del habla, mareos, dolor de cabeza o la pérdida de movilidad de alguna extremidad.
Dependiendo el mayor o menor grado de afección, estaremos hablando del grado de dependencia que ocasionará al adulto mayor. Generalmente, en un alto porcentaje de personas mayores que sufren un ictus, la incapacidad motora de determinadas partes del cuerpo, generalmente las extremidades opuestas al lado del cerebro que sufre el ictus, quedan afectadas.
En España, el ictus representa la segunda causa de muerte entre la población y la primera en mujeres, incrementándose pasados los 55 años, siendo más vulnerables de sufrir la enfermedad las personas mayores. Es por esto que, con motivo de la celebración del Día Mundial del Ictus, se hace imprescindible una detección temprana de los síntomas y su prevención para poder actuar a tiempo y evitar las consecuencias que, en la mayoría de los casos, se pueden evitar controlando una serie de factores.
Factores de riesgo de ictus en personas mayores
Debemos tener en cuenta que existen causas que no podemos modificar y por tanto incontrolables como pueden ser la edad, afectando en mayor grado a las personas de edad avanzada, el sexo, las mujeres tienen mayor probabilidad de sufrir un ictus que los hombres, antecedentes familiares o la presencia de enfermedades cardíacas.
Por otro lado, sí que podemos tomar conciencia de algunos factores modificables que pueden ayudar a prevenir un ictus como pueden ser:
- Sedentarismo y obesidad: ambos están relacionados con la falta de ejercicio y no llevar hábitos de vida saludable. Realizar alguna actividad diaria es beneficioso para el organismo ya que reduce la presión arterial y controla el colesterol. A su vez, una dieta equilibrada es un buen complemento.
- Alcohol y tabaco: son unos de los principales factores de sufrir un ictus, como otras enfermedades.
- Hipertensión: se produce al aumentar la presión arterial de la sangre. Es importante controlar el colesterol mediante una dieta equilibrada, ya que evitará que la grasa se acumule en las paredes de las arterias y dificulte la circulación del fluyo sanguíneo.
- Diabetes Tipo 2: no llevan un correcto control de la enfermedad, duplica la posibilidad de sufrir un ictus.
Según datos, en nuestro país se diagnostican unos 120.000 nuevos casos al año, de los cuales, el 50% registran importantes secuelas De ellos, un 50% registran importantes secuelas neurológicas o fallecen. Sin embargo, es importante mencionar que el 90% de los casos de ictus puede prevenirse si se ponen en práctica medidas o hábitos de vida que reduzcan los factores de riesgo.
¿Cómo podemos detectar un ictus en una persona mayor?
Existen algunos principales síntomas que pueden estar relacionados directamente con un ictus repentino, como son:
– Pérdida de sensibilidad de una parte del cuerpo: cuando una persona está sufriendo un ictus, una parte de su cuerpo se paraliza, generalmente coincide con el lado opuesto a la parte del cerebro dañado. Se puede apreciar como parte de la cara “se cae” o no puede sostener objetos con la parte del cuerpo más débil.
– Presenta dificultad para hablar: llega a hablar y expresarse de manera dificultosa y no coordinar lo que está diciendo.
– Dolor de cabeza repentino: es un signo importante. Si el cerebro está sufriendo un infarto cerebral, no le llega suficiente oxígeno por lo que genera dolor agudo. Este puede ir acompañado de vómitos o náuseas.
– Pérdida parcial o total de la visión: incluso visión doble, que ocurre de manera temporal y es un indicio de un accidente cerebro vascular.
– Vértigo y pérdida de equilibrio: sensación de inestabilidad y falta de coordinación de movimientos.
– Debilidad u hormigueo: en la parte del cuerpo afectada se nota un hormigueo que va a más.
¿Cómo es el cuidado de mayores con ictus?
Después de haber sufrido un ictus, es muy probable que el paciente necesite la ayuda adecuada para tratar la enfermedad. En el mejor de los casos, y dependiendo del tipo de ictus, la gravedad, si se ha actuado a tiempo y la evolución, las secuelas serán menos graves, y la ayuda de una persona externa dependerá de la gravedad de su estado.
Posiblemente requerirá el cuidado de algún familiar o, de un profesional especializado en el cuidado de personas mayores y/o enfermas que les ayude en sus tareas diarias de higiene y alimentación, así como a movilizarles y otra serie de ocupaciones en el caso de que la persona no pueda valerse por sí misma. Un 30 % de las personas que sufren un ictus sufren consecuencias que afectan a su vida diaria como podrían ser:
- Parálisis parcial de una parte del cuerpo y pérdida de fuerza en las extremidades.
- Trastornos en la vista, en el habla, el oído…
- Afecta a la coordinación, el movimiento y equilibrio.
En todo momento, lo que se pretende es aumentar el bienestar del paciente mediante los cuidados adecuados y mejorar así su calidad de vida después de haber sufrido un ictus. Actuar muy rápido y de forma contundente en caso de producirse, ayudará a minorar las secuelas que producirá. Debemos ayudarle y actuar en varias e importantes esferas de su vida ya sea la comunicación y vida social con su entorno, la realización de tareas diarias y cierta actividad física.
Una persona mayor que ha sufrido un ictus, lo más probable es que no puede realizar sus tareas cotidianas de la misma forma. Como hemos citado anteriormente, el simple hecho de comer o levantarse de la cama se verán afectadas. Para ello, además de prestarles nuestra ayuda en todo lo que necesiten, sí que ayudaría mucho a modificar ciertas zonas del hogar para facilitarle el día a día.
En este caso, poner agarraderas en la ducha, soportes o sujeciones, les facilitará una tarea tan básica como la higiene. Del mismo modo, a la hora de comer es conveniente que la comida sea más ligera para que pueda masticar y tragar mejor. En la habitación, ayudarnos de mecanismos para que pueda moverse con más facilidad y colocar la cama si hace falta a una altura que le venga mejor.
La comunicación y vida social también se verán afectadas, bien porque haya afectado al habla, por lo que le impedirá comunicarse como antes o porque haya afectado físicamente, lo que le impide salir y entrar como quisiera sin disponer de autonomía propia. Sería interesante reformar esos planes y buscar otros como pueden ser las visitas en casa o centros adaptados.
Terapias rehabilitadoras tras un ictus
– Es importante que la persona mayor afectada pueda desarrollar ejercicios que les ayuden a fortalecer la musculatura mediante terapias de rehabilitación donde además se trabaje el equilibrio, la postura o resistencia. Además de la fisioterapia neurológica, existen otro tipo de terapias adaptadas para paliar las lesiones neurológicas en los mayores tras sufrir un ictus, como pueden ser:
– Estimulación cognitiva: a través de la que se intenta recuperar la actividad cerebral después de un ictus e implica actividades destinadas al lenguaje, la memoria o la atención.
– Estimulación sensorial: este tipo de terapias se encargan de desarrollar ejercicios que trabajen los sentidos de los mayores.
– Actividades cotidianas: enfocadas a recuperar o potenciar la autonomía del adulto mayor como es asearse, vestirse o comer.